viernes, 23 de julio de 2021

Amores ñengosos

 Hoy vi una pareja que se comía a besos y abrazos en una esquina colindante al hospital Guayaquil. Ella, con un minivestido de noche y con sandalias. Él, con gorra, bermudas, zapatos deportivos. De repente se separaron, y siguieron caminando por un par de cuadras en la misma dirección que yo iba.


Me percaté de que ella iba muy dicharachera, parlanchina, contándole detalles de su vida. Él, miraba para todos lados. Podía decirse que ni le prestaba atención. Ella, sin embargo, seguía hablando. No veía su cara, porque yo iba detrás, pero estoy seguro que estaba feliz, por exiguos minutos, de poder compartir su vida con alguien, con ALGUIEN.


Y sí, es mi deducción: el tipo no prestaba atención porque no le interesaba en absoluto mas que por un momento. Solo deseaba tenerla, ir al grano, descargar sus ansias y deseos. Ella, al igual que muchas, no es que no estuviera consciente de eso, no es que no supiera que luego de aquel exiguo intercambio de caricias, él ya no la miraría con atención ni deseo. Pero era preferible mentirse, era preferible engañarse antes que sentirse sola, antes de sentir la cruda realidad de no tener a nadie.

Sí, comprendo que sea mi apreciación. A dónde más podían ir agazapados en las sombras de la noche? Giraron luego de tres cuadras a perderse en las calles oscuras donde no existe el alumbrado público. Los vi. Ella siguió charlando apresuradamente, como si comprendiera que debía soltar todo, todo lo que tenía guardado de su vida, de sus anécdotas y de su diario vivir, rápido porque llegarían a un cuarto maltrecho donde ya las palabras estorbarían para lo que él debía hacer con ella.

Él, ni siquiera la tomaba de la mano, ni del brazo, solo seguía, en silencio, seguramente urgido por el deseo, aguantando la sarta de palabras que recibía en sus oídos para poder sacar su provecho, porque a leguas se veía que no tenía dinero para mantenerla o darle algún cariñito. Y tenía que soportar esa palabrería para obtener gratuitamente sus favores.

Es un negocio la vida, es un intercambio de intereses los sentimientos. Y esto es solamente una muestra de la cruda realidad puertas adentro entre miles y miles de historias que están ahí, o que están dentro de ti queriendo contarse, deseando rebelarse...

Atentamente,
Ramiro.