Hoy vi una pareja que se comía a besos y abrazos en una esquina colindante al hospital Guayaquil. Ella, con un minivestido de noche y con sandalias. Él, con gorra, bermudas, zapatos deportivos. De repente se separaron, y siguieron caminando por un par de cuadras en la misma dirección que yo iba.
Me percaté de que ella iba muy dicharachera, parlanchina, contándole detalles de su vida. Él, miraba para todos lados. Podía decirse que ni le prestaba atención. Ella, sin embargo, seguía hablando. No veía su cara, porque yo iba detrás, pero estoy seguro que estaba feliz, por exiguos minutos, de poder compartir su vida con alguien, con ALGUIEN.
Y sí, es mi deducción: el tipo no prestaba atención porque no le interesaba en absoluto mas que por un momento. Solo deseaba tenerla, ir al grano, descargar sus ansias y deseos. Ella, al igual que muchas, no es que no estuviera consciente de eso, no es que no supiera que luego de aquel exiguo intercambio de caricias, él ya no la miraría con atención ni deseo. Pero era preferible mentirse, era preferible engañarse antes que sentirse sola, antes de sentir la cruda realidad de no tener a nadie.
Sí, comprendo que sea mi apreciación. A dónde más podían ir agazapados en las sombras de la noche? Giraron luego de tres cuadras a perderse en las calles oscuras donde no existe el alumbrado público. Los vi. Ella siguió charlando apresuradamente, como si comprendiera que debía soltar todo, todo lo que tenía guardado de su vida, de sus anécdotas y de su diario vivir, rápido porque llegarían a un cuarto maltrecho donde ya las palabras estorbarían para lo que él debía hacer con ella.
Él, ni siquiera la tomaba de la mano, ni del brazo, solo seguía, en silencio, seguramente urgido por el deseo, aguantando la sarta de palabras que recibía en sus oídos para poder sacar su provecho, porque a leguas se veía que no tenía dinero para mantenerla o darle algún cariñito. Y tenía que soportar esa palabrería para obtener gratuitamente sus favores.
Es un negocio la vida, es un intercambio de intereses los sentimientos. Y esto es solamente una muestra de la cruda realidad puertas adentro entre miles y miles de historias que están ahí, o que están dentro de ti queriendo contarse, deseando rebelarse...
Atentamente,
Ramiro.
viernes, 23 de julio de 2021
viernes, 23 de septiembre de 2016
martes, 31 de marzo de 2015
Escucha a tu corazón!
si escuchas atent@, abre los brazos y es posible que entonces... finalmente te encuentres contigo mismo, con tu propia realidad ineludible, y todas las preguntas queden contestadas, o no haya más respuestas que buscar... ese momento impostergable de encontrarte contigo mismo, de hacer las paces contigo mismo, de reinvindicarte, de amarte total y constante, de aceptar... ese momento es bello porque es justo ahí cuando recién empiezas a vivir. no le temas! En ese momento tienes chance de por fin liberarte o ... de tristemente seguir encarcelado por miedo a irte en contra de lo establecido, de los prejuicios, de una relación malsana, de lo que sea. tú decides: libre o preso, YA!
domingo, 22 de marzo de 2015
Domingos para tu batalla personal
Los domingos son la modorra del pensamiento positivo, e inevitablemente nos suele poner el pie la melancolía y zuas, quedamos barruntados de recuerdos que a veces no son tan gratos. Tal vez por eso -es mi caso- no suelo salir los domingos por la tarde, porque cuando el sol empieza a ponerse y los pocos negocios abiertos van cerrando sus puertas y despidiendo a los esquivos clientes, es entonces cuando divago en el que fui, en el que soy y en el ser humano que sigo convirtiéndome.
Las calles desoladas del centro de Guayaquil -los domingos- pierden toda la jovialidad, sin el maquillaje de los transeúntes, son ancianas mudas; esfinges fantasmagóricas los pilares y soportales. Y suele darme la impresión de que tras uno de aquellos pilares o por aquellas calles podría aparecer el muchacho que alguna vez fui. El bus esta tarde por ejemplo continuó por la seis de marzo presentándome los típicos personajes que una y otra vez volverán a presentarse en esta comedia de la vida: el malandrín, la vendedora otavaleña que se apuraba a regresar a casa, los borrachitos rezagados, las familias saliendo de las iglesias, las parejas de enamorados con sus manos entrelazadas.. y yo. Yo quien alguna vez recorría esas mismas calles, apurando el paso, para regresar a casa luego de una jornada extenuante en Tía S.A., preguntándome si ese iba a seguir siendo mi destino, ya sabes, trabajar todo el día, sepultando sueños, y seguir los dictámenes de lo que la sociedad esperaba de mí a los veinte y algo: casarse y tener hijos, sólo para evitar las noches solitarias, sólo para tener a alguien que me "consuele" de tanto cansancio, sólo para llenar un vacío que esperaba que otra persona pudiera hacerlo por mí, y olvidar, olvidar quién era y qué recórcholis hacía en este mundo. Más de una vez había pasado por esas calles, viendo a otros hacer lo mismo que yo, apurar el paso, tratando de ganarle la carrera al tiempo, para no perder el bus, pese a que fuera atiborrado de pasajeros, y ver la misma expresión de otras personas de mi misma edad que íbamos quedándonos rezagados de las oportunidades.
No sé si fui afortunado o tuve suerte, sólo sé que uno que otro sueño sí se me hizo realidad, otros quedaron sepultados para siempre en el panteón de las interrogantes sin respuesta. Tuvieron que pasar años para poderme dar cuenta que la fuerza estaba dentro de mí y que realmente nadie podía ayudarme si yo mismo no me convertía en mi mejor amigo. Si yo no era capaz de amarme y cultivar ese amor, cómo rayos esperaba poder encontrar la magia de la vida y ver esa magia en los demás? Pero por aquel entonces yo era otro, apocado, temeroso, con el corazón aprisionado en temores atávicos, genéticos, y que se encontraban enraizados muy en lo profundo de mi subconsciente. Definitivamente siempre existe y existirá un antes y un después cuando ocurre la liberación. No todos pueden enfrentar esos momentos decisivos, porque la verdad siempre duele y cuesta reconocerla.
Hoy me atrevo a decir que he sido bendecido, porque aún en los momentos más oscuros y trémulos, mi alma me decía por lo bajito que esperara, que fuera paciente y que sin saber ni cómo, ni cuándo algo iba a pasar. Y luego de pasar por esas calles imaginando la posibilidad de encontrarme con ese antiguo YO, creo que en definitiva le habría dado mi mano, le habría saludado efusivamente y le hubiera dicho cuánto le amo. Y claro... le habría dado un par de coscorrones o una puteadita de confianza para que se despabile. Pero culparle por haber perdido tanto tiempo... no, no lo hubiera hecho. Es parte de este presente que me ha impulsado a volver a escribir estas divagaciones, como suelo decir.
No importa cuánto demoraste o demores en encontrar tu norte, en batallar contra tus propios miedos y demonios internos, en darte cuenta de que los tienes porque eso sí, esto es lo más difícil, reconocer que los tienes y que debes trabajar en ello. Pero no importa, el caso es que tarde o temprano se apagan las luces artificiales de las calles que te rodean y debes encender tu luz interior. Duro es, pero lo podrás lograr.
Visto está que no soy millonario, ni he realizado grandes proezas, y que luego de años de lidiar con batallas personales veo el horizonte: aún faltan por realizar ciertas metas, aún dispongo del último reducto de energía divina, aun no tengo canas y sigue pendiendo en mí muchos hilos de vida. Porque siempre vuelvo a escuchar a mi alma, quien muy quedamente sigue diciéndome -ahora sí con sabia paciencia- "espera, algo debe y va a pasar¨...
sábado, 5 de julio de 2014
Me huele a soledad jijiji
Querido
rami:
No le veo problema
a la soledad.
Aunque en mi
adolescencia ni loco lo hubiera dicho, claro. Pero es mi verdad. A veces hay
seres que nacemos para confrontar a la soledad, mirarle a la cara y decirle:
"soy más importante que tú".
De pequeño
me habitué a vivir conmigo mismo, en un mundo imaginario que fue alentado por
mis hermanos mayores y el cuidado de mis padres. Tuve amiguitos y sí que me
divertí, pero me hice tan individualista... mis padres, quienes no tuvieron
acceso a estudiar más que algunos años de escuela, no podían ayudarme con las
tareas. Mis hermanos, embullados en sus vidas adolescentes, poco pudieron hacer
conmigo. Pero así y todo yo no le vi problema al asunto. Me divertí rayando y
haciendo a mi manera las tareas. Fui el mejor de la escuela. Debieras haberme
visto. Qué años más hermosos!!.
Pero llegó
la maldita adolescencia y todo ese ser interno se me desmoronó. La urgencia de
pertenecer, de dejar mi individualidad y mundo imaginario me hicieron sucumbir.
No importó seguirle haciendo crecer a quien yo ya era. La premisa era dejar de
ser yo, aparentar para caer bien, para odiosamente ser popular, urgido de
afecto cuantitativo. Leves indicios tenía mi voz interior de rebelarse y de ir
contra la corriente: “Por qué tienes que seguir a otros como borrego? Si tanto
pregonas la libertad por qué te boicoteas queriendo ser como los demás, por qué
no haces tú la diferencia y eres tú mismo. Estoy seguro de que a quienes más
quieres imitar están igual, tan o más llenos de incertidumbre que tú ”… pero
era frágil. La adolescencia nos pone así. Y sucumbí. Cada día me daba a la
lucha de aniquilar mi voz interior. De escuchar las otras voces, del grupito al
que quería pertenecer. Quería ser como ellos, ser popular, ir de fiesta en
fiesta, reír como ellos, disfrutar como ellos, parecer tan “cool” como ellos,
decir malas palabras así de fácil, quería ser “bonito” como ellos… no como yo. Yo
estaba mal. Ellos eran lo que yo quería. Y cuando fracasé estrepitosamente en
mis intentos de ser así y de pertenecerles fue cuando me di cuenta –por primera
vez- que estaba solo, que sólo me tenía a mí mismo. Y debí aprender. Recogí mis
pasos al mundo imaginario, mi voz interior, mi fe. Y volví a vivir, a valerme
por mí mismo, a ser autosuficiente.
Tal adolescencia
fue la única etapa en la que se puede decir que tuve miedo. Hoy no. Y el problema
no son las personas que me quieren. Algunas dicen que me aman. Pero yo no puedo
entender el amor sin espacios, sin vidas separadas y sin embargo perfectamente
sincronizadas. Yo no dependo. Odio las dependencias. Vivo y dejo vivir, y esto
se circunscribe al amor. Cada quien tiene sus caminos y redondeles. Y que tales
vericuetos coincidían de cuando en cuando me parece de lo más perfecto. Me repiten
“te amo”, pero no puedo responderles de la misma forma que ellas esperan. No como
ellas lo exigen, con muestras y repertorios amplios. Seguro tienen razón dos
que tres que han dicho que soy yo el del problema. Pero entonces debo esperar a
quien tenga el mismo problema, la misma neurosis, y hasta la misma fobia al
compromiso. Total es mi problema. De momento soy feliz así. Y en el momento en
que se trastoca el camino y esa ligera pendiente quiere llevarme a tales
despeñaderos paro en seco y dejo en libertad. Mi pregunta ya no es “por qué se
complican en el amor?” no. Ni siquiera ansío respuestas. Porque para esas alturas ellas ya han empezado a odiarme.
Estoy bien
así. Y he leído y descubierto que los artistas –muchos- mueren en la más
completa soledad. Lo que nadie ha descubierto –tal vez no les han preguntado a
tiempo- es que si fueron felices habiendo elegido la salida más fantástica y
valiente del mundo: la compañía de la soledad, que vendría a ser la compañía de
uno mismo. Preferir estar solo que mal acompañado es el lema de artistas como
Greta Garbo o Margarita Yourcenar. Tal elección me parece la más arriesgada y
la más valiente de cada ser humano. Pocos lo hacen, no?
Yo soy
artista. Al menos así me considero. Se debe estar un poco loco para afirmarlo. Y
con eso querido Rami ya te he dicho más que suficiente J
Me imagino
la vida de todas las personalidades que optaron por tal ostracismo, y no creo que hayan sido del todo infelices. Conozco
de gentes casadas o en compañía de familiares y amigos y aun así si les
pregunto si son felices me quedan viendo cual bicho raro. Para entonces su
mirada me lo ha dicho todo. A mí parecer la compañía de alguien no te garantiza
la felicidad, como tampoco la soledad te la puede ofrecer. Y para terminar, te
recuerdo que una tarde entrevistaste a un supuesto perito del pensamiento
positivo.
Recuerdas que
el tipo tenía en su extensa hoja de vida cursos, seminarios y cargos
importantes que avalaban su años de experiencia motivando a las personas? Y era
un experto internacional que iba a dar charlas carísimas al respecto. Pues bien,
en el momento en el que le preguntaste si era feliz, él repitió el mismo gesto
que las personas incrédulas o secretamente inconformes logran inconscientemente
ubicar en sus rictus. “Felicidad? Feliz? Bueno, la felicidad es…” recuerdas que
con amabilidad lo paraste en seco preguntándole con simpatía excesiva: “no, no
le pedí un concepto. Sólo quiero saber si usted es feliz”. Su respuesta
evidentemente no te convenció luego de unos segundos de espamo: “Sí, por
supuesto, soy feliz…”
miércoles, 7 de mayo de 2014
Todo está perdido.
tengo que decirlo, porque es la única forma de desahogarme:
siento que todo está perdido, los niños perrean, en la tele se despiden buenos actores para dar paso a jóvenes sin preparación, pero populares.
ya nadie quiere PENSAR, casi todos lo que quieren es ENTRETENERSE. y en base a eso se diseña todo hoy en día para la sociedad: ENTRETENER. No hay tiempo para lo más esencial, se anda con el corre, corre, y lo que la gente quiere es ser entretenida, que la diviertan. Parece como si estuviéramos tan cansados de todo, que lo que buscamos es payasos para reírnos de nuestras desgracias porque pensamos que ya no hay solución. La juventud de hoy en día no es como la juventud de antes, aquella que se movilizaba en masa para forjar un presente mejor; la juventud hoy en día
adora ídolos de barro, está atontada. Y son ellos, sí ellos los que lo deciden hoy tristemente todo. Ellos manejan el rating, el mercadeo, las publicidades. Y así, a dónde vamos a parar?
domingo, 4 de mayo de 2014
mis sueños son gigantes y yo, tan pequeño!
Mis sueños son gigantes y yo, tan pequeño,
me pregunto mil veces cómo podré hacerlo,
ataviado para la batalla, con la mejor espada,
y con mis prontos arrestos, no, no soy nada,
si a Dios a mi lado yo no lo tengo...
Mis sueños son gigantes y yo, tan pequeño,
clavo mi mirada hacia el horizonte,
allá están las montañas, tocando el cielo,
cómo podré enfrentar a tales gigantes?,
son miles de Goliat, unos filisteos...
Mis sueños son gigantes, conquistarlos cómo?,
puedo tener cordura, sabiduría y tesón,
pero si me enorgullezco de todo eso nada soy...
Mis sueños son gigantes, no debo dubitar,
pero soy tan pequeño, no quiero caminar,
falta tu soplo, Señor, dame ese empujón,
necesito de tu mano, considera mi petición...
soy pequeño, Señor, me vestiré de humildad,
sólo así podrás mis sueños hacerme alcanzar,
agarraré la espada e iré presto a conquistar,
no olvidaré que por TI voy presto a ganar!
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